Cuando la noche es tu único refugio: el fenómeno de la procrastinación por venganza
- Nathalie de Mestral
- hace 5 días
- 6 Min. de lectura
Por qué tantas personas sacrifican sueño para sentir que recuperan su tiempo.
La "procrastinación por venganza a la hora de dormir", conocida en inglés como "Revenge Bedtime Procrastination (RBP)" es un fenómeno que afecta a millones de personas y se refiere a las personas que posponen deliberadamente la hora de dormir para recuperar el tiempo personal que han perdido durante el día.
Surge de la sensación de que el día no nos deja espacio propio, especialmente para aquellos de nosotros con largas jornadas de trabajo o grandes responsabilidades. Uno puede optar por quedarse despierto hasta tarde, tanto intencionalmente como sin saberlo, porque saben que quedarse despierto hasta muy tarde les impedirá tener un sueño reparador al día siguiente.
El "acto de venganza" ocurre debido a una sensación de que el tiempo es absorbido por el trabajo, las obligaciones familiares, las tareas del hogar, las obligaciones sociales, etc. No hay opción para la autosuficiencia, por lo que el único tiempo personal es la noche, y uno tiene que defenderlo, sacrificando horas de sueño, pasando horas en modo de ocio, maratoneando una serie, redes sociales o videojuegos. Podemos escuchar frases como las siguientes: "Sé que debería dormir, pero finalmente tengo un minuto para mí", "Es el único momento del día en que nadie me pide nada", "Ver el último episodio es mi manera de sentir que no vivo solo para trabajar"...
Cómo saber si estás practicando este tipo de procrastinación
Hay cuatro características principales de la procrastinación por venganza a la hora de dormir.
Retrasar el sueño sin una buena razón. No hay circunstancia, emergencia o compromiso verdadero que pueda justificarlo.
Saber que es perjudicial pero hacerlo de todos modos. Las personas también posponen el sueño cuando están cansadas y prevén un día terrible por delante.
Sentir que el tiempo personal durante el día es insuficiente. Aparece la sensación de que “no tuve ningún espacio para mí”.
Sentirse muy cansado al día siguiente. La fatiga, la irritabilidad y una falta general de concentración se acumulan.
Este fenómeno se presenta típicamente en:
personas con largas y exigentes jornadas laborales,
padres que carecen de tiempo personal y tiempo para sí mismos,
estudiantes bajo alta presión académica,
personas con trabajos emocionalmente agotadores, y
aquellos que sienten que su día a día está organizado en torno a las vidas de los demás.
¿Por qué se desarrolla este comportamiento?
El mensaje subyacente es este: "durante el día, mi tiempo no es mío".
La noche se ve como un espacio de libertad, incluso si la libertad es costosa.
Es una reacción emocional, no racional, al déficit entre el deber y el placer.
Este hábito podría tener una amplia variedad de efectos:
Falta de interés y productividad. El mal sueño perjudica el rendimiento, aumenta los errores y agota la motivación.
Dificultad para mantener el enfoque y la memoria, y dificultad para prestar atención. El sueño insuficiente afecta algunas funciones cognitivas básicas.
Impacto en la salud mental. Más irritabilidad, más estrés, más ansiedad, mayor cansancio crónico.
Aumento del ciclo de fatiga. Cuanto más cansadas están las personas, más quieren "recuperar tiempo" para sí mismas por la noche... y el ciclo continúa.
Formas de detener este ciclo
Romperlo no tiene que significar abandonar el tiempo "personal", sólo significa redistribuir el tiempo de manera más saludable.
Establece límites entre trabajo y vida personal. Ten cuidado de no extender la jornada laboral más allá de lo relevante y honra las horas fuera del trabajo.
Ten una rutina de relajación antes de dormir. Puede incluir: lectura ligera, ejercicios de respiración, un baño caliente, desconectarse de las pantallas 30 minutos antes, iluminación tenue o música suave.
Determina la razón de la sensación de "tiempo pasado a solas". Hazte preguntas como esta: ¿Qué me falta en el trabajo durante el día que me permitirá tener por la noche? Podría ser descanso, silencio, diversión, independencia o simplemente "no hacer nada".
Mejora la gestión del tiempo a lo largo del día. Pequeños ajustes hacen posible recuperar tu espacio, sin sacrificar el sueño, a través de pequeños pasos: bloques de microdescanso, delegar si puedes, no te esfuerces demasiado por tu cuenta, limita la multitarea, reserva 20-30 minutos cada día para ti.
Redefine el autocuidado. El autocuidado no es sólo placer; es descanso, límites, así como estructura.
A continuación, presento un caso clínico ficticio basado en tendencias clínicas reales; el nombre real está protegido.
Estela, de 38 años, es administradora de una empresa de tecnología. Lleva dos años viviendo en otro país y tiene muy pocos contactos sociales. Su jornada laboral suele ser un poco después del horario regular, y al regresar a casa cambia de ritmo: responde a los mensajes pendientes, hace algunas tareas en el hogar, se prepara para el día siguiente. Para cuando finalmente termina, son casi las 10 de la noche. Bueno, en ese momento Estela está exhausta y también siente una sensación de alivio y "micro euforia", porque por primera vez en todo el día nadie le pide nada. Nadie la interrumpe, nadie espera una respuesta. Ese silencio, para ella, se vuelve un refugio. Y aunque se da cuenta de que está cansada, abre su laptop o celular "sólo por un momento". Puede ver un episodio de su serie favorita, revisar las redes sociales, escribir notas a amigos en el extranjero o comenzar a buscar nuevas recetas. El tiempo pasa sin que se dé cuenta, y cuando mira el reloj, son las 12:45 de la madrugada. Siente que no debería estar despierta tan tarde. Apaga las luces sintiéndose culpable, pero al mismo tiempo satisfecha porque ese tiempo fue lo único que sintió que era suyo durante todo el día.
La fatiga también se manifiesta en la mañana: no puede concentrarse, se pone irritable y más ansiosa, y necesita más café para rendir. Gradualmente, con el paso de las semanas, nota tanto un empeoramiento de la calidad del sueño como cambios de humor. Aunque identifica el impacto, cada noche repite el mismo patrón: “Durante el día no tengo ningún espacio para mí. En la noche, al menos recupero algo”. Estela describe esto en la sesión de terapia como "una pequeña rebelión en la noche". No lo considera irresponsabilidad, sino un acto de supervivencia. Cree que si sacrifica ese tiempo, renuncia al único respiro que disfruta en su vida diaria.
Al examinar más a fondo, surge un mensaje interno claro: "Si me acuesto temprano, entonces mi día sólo consistiría en trabajar, cumplir, resolver. Necesito saber que también existo sin responsabilidad". Esta declaración encapsula la esencia de este comportamiento...
Nos centramos en averiguar qué hay detrás de su práctica nocturna: descanso emocional, toma de decisiones independiente, silencio, espacio mental, identidad que no tenía durante el día. Comprender esto no solucionó el comportamiento de inmediato, pero liberó a Estela de verlo como una cuestión de "disciplina", y comenzó a verlo como un desequilibrio de deberes y autocuidado.
A medida que avanzamos en nuestras sesiones de terapia, los pequeños cambios que introdujimos incluyeron un final más claro para la jornada laboral, la introducción de microdescansos durante el día, tiempo para disfrutar antes de descansar en la cama, y una transición suave al momento de irse a dormir. También nos centramos en replantear el autocuidado como algo que no sólo ocurre al margen de la vida, sino una práctica que puede incorporarse en ella.
Algunas semanas después, Estela descubrió que amaba sus rituales nocturnos, pero ya no necesitaba quedarse despierta hasta tan tarde. Comenzó a experimentar menos culpa, más claridad emocional y un genuino sentido de tiempo independiente durante el día, no el que se pasa en la cama después de horas.
Su caso ilustra esa lucha para muchos: no es tanto una pelea con el sueño como una lucha por la sensación de tener tiempo de sobra.
Conclusión
La procrastinación de la venganza a la hora de dormir es una consecuencia de una vida demasiado ocupada y demasiado carente de espacio personal. No es una falta de disciplina, sino un deseo de salvaguardar algo importante: tu tiempo, tu libertad y tu bienestar.
El truco no es obligarte a dormir temprano, sino construir días en los que no tengas que vengarte de nada por la noche.

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