¿Has oído hablar de las prioridades cambiantes?
- Nathalie de Mestral
- 30 oct
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 6 nov
Claves prácticas para alinear tu energía con lo que hoy importa.
El concepto de prioridades cambiantes reconoce que nuestras prioridades no son fijas. Cambian con el tiempo según lo que vivimos y nuestras responsabilidades. Lo que hoy es esencial puede dejar de serlo cuando aparecen nuevas situaciones.
¿Qué significa que las prioridades cambien?
En la vida ocurren cosas: tener hijos, cambiar de país, asumir un rol en el trabajo, cuidar la salud. Todo eso mueve el orden de lo importante. Lo que antes ocupaba el primer lugar, por ejemplo, dedicar muchas horas a la carrera, puede ceder paso a familia, descanso o a la salud mental. No es un fracaso: es adaptación.
Pensemos en María. Ella es madre, asumió un cargo directivo y quiere tener otro hijo. Es normal que sienta presión porque no puede destinar a la certificación que está haciendo el mismo tiempo que antes. Lo que hoy requiere más atención es diferente, y está bien que sea así.
¿Cómo puedo adaptarme a nuevas circunstancias?
El primer paso es aceptar que no podemos dar el cien por cien en todas las áreas a la vez. Habrá momentos de foco en la familia, otros en el trabajo y otros en la salud. Reconocerlo trae alivio y claridad real.
Cuando cambian las circunstancias, conviene revisar qué es lo más importante ahora. Pregúntate: ¿Qué necesita mi atención esta semana? ¿Qué puede esperar sin consecuencias graves? Evalúa regularmente tus prioridades. Puede ser mensual o trimestral. Lo clave es ajustar antes de agotarte.
María puede compararse con su “yo” de antes. Es importante ajustar las expectativas personales. Mejor preguntarse: ¿Qué es realista hoy? Aceptar que quizá el rendimiento en trabajo y estudios baje mientras cuida a su hijo. No se trata de bajar la vara, sino adecuarla al momento.
Adaptarse también es soltar la culpa. Si una tarde no estudiaste porque tu hijo te necesitó, no significa que abandonaste tus metas. Significa que ese día priorizaste el vínculo y el cuidado. Eso es flexibilidad.
Decir “no” a algunos compromisos abre espacio para lo esencial. En el trabajo, María puede pedir plazos realistas y priorizar tareas de alto impacto. En casa, simplificar rutinas, delegar y marcar tiempos de descanso. Se trata de establecer límites saludables.
Adaptarse no es hacerlo todo sola. Es fundamental buscar apoyo y delegar. Si la pareja o la familia no pueden ayudar, explora otras opciones: redes de madres y padres, vecinas, apoyo puntual pago o intercambio de favores. Pedir ayuda es una fortaleza.
El equilibrio se construye paso a paso. Anota lo que sí salió: dormiste mejor, caminaste, avanzaste una página. Nombrar los avances sostiene la motivación. Celebra esos pequeños logros.
Ejercicio práctico simple.
Divide tu vida en cinco áreas: Familia, Trabajo, Salud, Recreación y Desarrollo Personal.
Evalúa cuánta energía real puedes dedicar a cada una este mes.
Elige dos áreas prioritarias y escribe una acción concreta y pequeña para cada una.
Acepta que las otras áreas recibirán menos atención, sin culpa.
Revisa en dos semanas y ajusta.
Tres preguntas guía para tu semana.
¿Qué tres cosas, si las hago, me darán paz al final de la semana?
¿Qué puedo soltar o posponer sin consecuencias serias?
¿A quién puedo pedir apoyo?
La clave para transitar cambios es tratarte con flexibilidad y compasión. Las prioridades cambian porque la vida cambia. Aceptarlo reduce el estrés y permite enfocarte en lo que sí puedes hacer hoy. Ver tu realidad con honestidad, ajustar expectativas y elegir pasos simples te ayudará a estar más tranquila y a saber hacia dónde ir. Con límites claros y apoyo, es posible sostener lo importante sin perderse a una misma.
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